“Cualquiera que haya visto o jugado al fútbol sabe que eso no es roja”, reconocía Machín en zona mixta. Por otro lado, el panda charlaba con su compañero Ayoze Pérez durante desde el VAR le comunicaban a Javier Iglesias Villanueva que revisase la acción. El delantero verdiblanco le decía al ex de Leicester y Newcastle que para él no era roja. Entonces, ¿cómo es posible que la acción terminase con Lisandro Magallán enfilando el túnel de vestuarios?

LaLiga tiene un problema. Desde la llegada de la tecnología las polémicas se han acentuado. Lo que en un principio se presuponía que ayudaría a convertir el fútbol en un deporte “más justo”, lo que ha hecho es transformarlo por completo. Tanto que casi no se le puede considerar deporte. Revisiones de más de tres minutos a acciones del fútbol como el choque de Palacios con Juanmi previo al 2-0 de Boyé, expulsiones sin sentido, penaltis por doquier y una disparidad de criterios con las manos en la que no se aclaran ni ellos mismos. Un completo caos.

Con tecnología o sin ella, la polémica forma parte del juego. Ha existido y existirá; ayuda a reanimar un deporte que a veces se vuelve plano y predecible. Además, lo que un día te quita, al otro te lo da. Aunque no sea ese el caso de un Elche que lo máximo que ha “recibido” en tres años en Primera fue el tanto de Ponce en Cádiz.

Cuando dos rivales son capaces de ponerse de acuerdo en una determinada jugada – incluso entrenadores ajenos al encuentro como el Cholo Simeone – es que el error ha sido grotesco. Pero una vez más que no será nada más que eso. Un error. Humano e inintencionado. El Elche CF seguirá a quince puntos y bajando. Sin respeto. Sin vergüenza.

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