Fran Escribá vuelve a casa. Un símbolo, alguien más que un entrenador. Llega en plena ola de la debacle futbolística del Elche a tenor de lo que Jorge Almirón ha ido acumulando con el paso de las jornadas. Recibe una herencia que puede durar menos de lo que ha ganado en su anterior etapa. Nada es comparable, cierto. Pero, al menos su bagaje del pasado es su mejor salvoconducto para enderezar las vías del tren y conseguir pelear hasta el final por la permanencia,

Como buen mago, Bragarnik se ha sacado de la chistera al entrenador deseado por quorum de la afición. Tiró de añoranza y sentimentalismo. Y no, no fue precisamente nadie de la comisión deportiva quién lo puso sobre la mesa. Sobre el arrinconamiento que sufre Nico Rodríguez y cía, lo dejamos para otro momento. Le llegó por la vía del otro propietario.

Fran Escribá tiene ahora por delante el mejor partido por jugar. Sí, ese mantra que tanto repitió a los jugadores en su día. Meticuloso como nadie, seguro que no ha dejado ni una coma al azar tanto en la negociación como en la libertad para decidir en su parcela y encontrar al mejor mirlo blanco en el mercado para apuntalar al equipo.

Y tiene una radiografía perfecta del por qué el Elche está deprimido de puertas para dentro. Ojalá sepa tocar esa tecla que lo cambie todo. Ahí radica su principal dolor de cabeza en estos momentos, ese el quid de la cuestión.

Nadie duda de su idea futbolística, de su sapiencia a la hora de visualizar los diferentes partidos dentro de cada partido, del orden táctico, de la libertad de los carrileros o el trabajo táctico con y sin balón. Eso lo damos por hecho.

Y ahora Fran, tu mejor partido está por llegar y ojalá sea ante el Eibar. Tus fans de Elche y haters, así lo desean.

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