La noche de celebración del Elche se prolongó hasta las tres de la mañana. Tocaba subirse al avión para volver a la ciudad. En el estadio, los familiares de los jugadores pudieron celebrar en la intimidad la gesta conseguida.

Nino que llevaba una camiseta en recuerdo de su mujer y sus hijos no se separó del balón de la final. Se lo quedó con el pitido final. Un recuerdo para su museo.

Se ganó el reconocimiento de sus compañeros. Fue mantecado como así lo hicieran también con Pacheta. Y el círculo de la Union al estilo guardiola, tampoco pudo faltar. Ya en el vestuario, los gritos atronadora de adiós a la Segunda Division.

A pie de campo, el director deportivo Nico Rodriguez junto a sus fieles compañeros Mantecón y Carmelo no podían ocultar su satisfacción. Nadie sabe lo que han sufrido con una planificación deportiva parada desde hace muchas semanas.

Bragarnik vivió de forma directa la fiesta. El empresario argentino no dudó en llamar a José Sepulcre y darle las gracias. “Esto es cosa tuya también, Pepe”. Y no le falta razón. Sepulcre puso la simiente del proyecto hasta el mes de diciembre. Y en resto ya se sabe.

Pacheta pudo hablar con su mujer y su hijo Gonzalo. Sus más allegados no dudaron en felicitar al técnico. ¿Su futuro? Está en el aire. Más fuera que dentro, salvo que anoche se le convenciera. Sus principios son claros. Con Bragarnik no ha habido el feeling deseado, en ningún momento se le ha hecho el guiño necesario. Y Pacheta que logra una gesta a la altura de históricos como César Rodriguez -dos ascensos de Segunda B a Primera- podría decir adiós en breve, salvo cambio de última hora. Se merece más que nadie ser el entrenador del Elche en su vuelta a Primera Divisón

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