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El Elche se desconectó de los vicios adquiridos en la etapa de Jorge Almirón. En menos de una semana, el equipo se transformó y aplicó nuevos mecanismos tácticos. Las primeras ideas de Escribá ya han calado. Y así se han reflejado en el terreno de juego para lograr una victoria que se resistía desde octubre. Casi nada. Y lo mejor de todo es que hay motivos para creer hasta el final, después de 16 partidos sin ganar. Mejor no se puede empezar pero teniendo claro que hay margen de mejora.

Por fin Edgar Badía no fue protagonista. No necesitó la parada salvadora. Como siempre dio la seguridad que necesitaba a sus compañeros.

Ya no es necesario el toque de salón desde atrás. Se acabó esa salida limpia de balón que no llevaba a ningún sitio. La defensa del Elche por fin pudo mantener su puerta a cero. Todo un milagro. Han tenido que pasar 11 partidos para ese objetivo.

Mojica, quizás el más irregular, se dedicó a velar su zona más que atacar, caso contrario con Barragán que fue de más a menos antes de ser sustituido. Estuvo en la asistencia del gol sorprendiendo con un buen centro a Dani Calvo. 

El tándem formado por Gonzalo Verdú y Dani Calvo se aplicó en el juego aéreo con Kike  García y Enrich. Y taponaron todo lo posible. No se complicaron la vida. Compenetrados de toda la vida.

Tanto Marcone como Raúl Guti se desfondaron en su labor constructiva y destructiva. Menos vistoso el argentino mientras que el maño es todo un pulmón en la medular. Faltó mayor control de partido y por ahí un aspecto a mejorar a corto plazo. El Elche despreció más la elaboración, por momentos prefirió jugar más replegado que elaborar. Un punto de partida, a corregir.

Y en las bandas, Rigoni fue menos desequilibrante que Tete Morente en esa idea y vuelta que se les exige. Con esa idea del orden de Escribá, los delanteros andaron más perdidos. Lucas Boyé menos participativo de lo habitual al igual que Guido muy desasistido y trabajando para el equipo. Pero, ambos fueron claves en la labor de desgaste del rival.

El Elche volvió a ser un equipo que supo ocupar bien los espacios defensivos. Y eso es culpa de Escribá. Ese rigor y orden viene en su ADN. Y pese a que no hay que tirar un castillo de fuegos artificiales por el fútbol desplegado, para ganar hay otros caminos como la estrategia. Y la primera página del técnico funcionó para que Dani Calvo anotara un gol con dedicatoria especial a su hijo Lucas, recién nacido.

Marcó su primer gol en Primera. El primero de un defensa del equipo. Y como buen oscense convirtiéndose en el primer jugador de su localidad que marca en la máxima categoría.

El Elche ha dado el primer paso. Los fantasmas del pasado deben desaparecer y crecer ahora en otros aspectos. Ahora, a pensar ya en el FC Barcelona, este miércoles.

Foto: LaLiga

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