“La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse”. Esta frase del conocido escritor Oscar Wilde puede resumir en parte un debate que empieza ya a hartarme, que suena ya como justificación para esconder ciertas limitaciones, cuando se produce un accidente en un partido. Sí, me refiero al tan cacareado asunto del césped del Martínez Valero. Por primera vez en mucho tiempo, asistimos cada previa de partido en el Martínez Valero a la reflexión-queja-lamento de Pacheta acerca del terreno de juego.
Sí, cierto es que el césped no es esa alfombra verde que nos ha acostumbrado en los últimos tiempos la empresa Servi-Césped. Pero que nadie se engañe. El verde como dicen los profesionales nunca engaña. Y nunca debe ser motivo para quejas o lamentos. Sí, Pacheta tenía toda la razón del mundo el día de Fuenlabrada. El campo no estaba a las circunstancias esperadas, pero su evolución ha sido positiva y pasados ya un mes y pico, seguimos erre que erre con esa cuestión. Error.
Que el Elche se atasque en el Martínez Valero no es por culpa del estado del terreno de juego. Por ahí, no. Esa cortina de humo, no cuela. Que se lo digan a Rayo Vallecano o Sporting de Gijón que pudieron desplegar su arsenal de juego, sin ninguna queja o lamento. Lo peor del asunto, es que el debate ha cruzado la puerta del vestuario. Y aunque con la boca pequeña, algunos quieran justificar lo injustificable.
Ante el Sporting de Gijón (0-1), por desgracia el Elche no conectó su juego. El fútbol es tan imprevisible que es difícil entender como los mismos once jugadores variaron tanto su versión de Girona (0-2) a la cita del sábado. Y ahí pueden influir mil factores, pero no creo que en ninguno de ellos se encuentre que el terreno de juego no estuvo a la altura. Quizás, sea dicho de paso, el equipo no estuvo a la altura de lo que exigía el rival.
Espero que pronto se pase página a este asunto. Es tiempo perdido y fuerzas malgastadas. Mejor dedicarlo a analizar, reaccionar y volver al camino correcto. A saber hacer lo que este Elche es capaz de demostrar sobre el terreno de juego. Y seguro que las cosas irán a mejor.
Toca cerrar ya capítulo, por favor. Yo diría como bien cacareó Laporta en su día, “al Loro, no estamos tan mal”. Ocupar zona media alta de la tabla demuestra que este equipo se agiganta cuando se le recuerda que es de los presupuestos más bajos de la competición, que es competitivo y se revela contra el fútbol que economistas y auditores han tratado de imponer con éxito en los despachos de la LFP con su fair play financiero.
Y que también es humano: regala en casa lo que tanto cuesta conseguir a domicilio cuando no tienes ni la exigencia ni la responsabilidad de llevar el peso de un encuentro y salen a relucir esas virtudes que tiene el grupo, como su solidez defensiva, velocidad y verticalidad. Y ese es el equilibrio, la asignatura pendiente que todavía está por superar.