
Óscar Gomez «Pedja» | 11/04/2013 07:00 @pedjafranjiverd
OPINIÓN. Durante buena parte de la temporada bauticé merecidamente a nuestro equipo como el Dátil Mecánico por su buen juego, por su autoridad con los rivales y por sus históricos resultados. Últimamente su juego está siendo más terrenal, demuestra menos superioridad y obtiene resultados más normales. Pero, dicho todo esto, salvo el día del Numancia (una mala tarde la tiene cualquiera), lo que siempre ha demostrado este grupo es una gran competitividad. Por ello, echando mano del apodo de la desaparecida Margaret Thatcher, creo que es justo denominar ahora al conjunto franjiverde como La Dama de Hierro, por su demostrada dureza, por su tenacidad, por su lucha y por su capacidad para sacar el máximo provecho incluso en sus días más grises.
En beneficio del once franjiverde hay que decir que con la espectacular primera vuelta realizada cualquier comparación sería odiosa y saldría mal parada y que quizás ahora está ocurriendo lo normal y lógico en esta categoría, igualdad y dificultad. Lo extraño era lo anterior, la aplastante superioridad para con los rivales. Pero algunos prefieren pensar que hemos pasado directamente del cielo al infierno y creo que no es así. Es cierto que el equipo no está en su mejor momento y que algunos jugadores han tenido días mejores. Pero no por ello vamos a desconfiar ahora de todo. Yo sería de la opinión de inyectar aire fresco al once realizando algún cambio y dando oportunidad a algún jugador menos habitual. Pero, opiniones personales al margen, es el entrenador el que mejor conoce la plantilla y hay que confiar en el grupo que nos ha llevado a estar donde estamos.
Nos encontramos, es obvio, en el momento de la verdad, cuando todos los equipos ofrecen su máximo rendimiento, unos por salvarse, otros por entrar en play-off y los más aventajados por conseguir plaza de ascenso directo. Reparten, en todos lados y a todas horas, como diría aquel, ostias como panes y no es tarea fácil el sacar puntos. La distancia abrumadora que hemos tenido con respecto al tercer clasificado durante tanto tiempo ha hecho quizás que todos nos relajáramos y que estuviéramos esperando tranquilamente el simple paso de las jornadas, como meros espectadores, para poder finiquitar el, si no matemático, sí virtual ascenso. Como diría la recientemente fallecida Sara Montiel, y adaptándolo al contexto actual, “fumando espero, el ascenso que yo quiero”. Pero no hay que esperar a que caiga por su propio peso o que nos llueva, cual maná, del cielo, hay que ir a por él, hay que dar un paso más. Hay que hacer, por tanto, un último gran esfuerzo. Se está haciendo la temporada, así lo pensamos todos, más larga que un día sin pan, y de nosotros depende que termine cuanto antes. Pero no esperando, sino actuando. Lo que llevamos esperando 25 años lo tenemos ahora a tiro, muy cerquita, al alcance de la mano. Merece la pena un último empujón. Démoslo.
Y ante los últimos discretos resultados del equipo y su evidente bajón de juego ha vuelto el miedo a nuestros pagos. Lo llevamos en la sangre. Es algo congénito. Somos una afición hipocondríaca, pensamos que nos va a pasar de todo y que estamos expuestos a cualquier amenaza potencial. Poco más o menos que nos sentimos objetivo incluso hasta del primer misil nuclear de Corea del Norte. Somos el pupas de 2ª y tememos que una vez más todo se vaya al garete a última hora. Los pesimistas han florecido y crecido espectacularmente en corto espacio de tiempo. A lo mejor se trata de una herramienta psicológica de autodefensa para estar preparados para lo peor, no ilusionarse y crearse falsas expectativas y recibir cualquier noticia buena como algo maravilloso e inesperado. Pero yo, en cambio, no creo en esas estrategias y soy más optimista que nunca. Volveremos a primera, como reza el cántico. Y volveremos muy pronto. Paralelamente a la situación deportiva, el club sigue haciendo un flaco favor a la potenciación de su mejor y mayor bien, que no son sino sus aficionados más fieles, sus abonados, regalando entradas a diestro y siniestro con la excusa de que son un “gesto” para con los abonados siendo los familiares de éstos los máximos beneficiados. Si algún familiar mío quiere ir al fútbol, que pague la entrada, que será familiar mío, pero cuando va a ver un monólogo al Gran Teatro bien que se rasca el bolsillo. Y si quieren tener un gesto para mí, como abonado, les diré que no tengo tablet y que me gusta el i-Pad. Y con 3G. ¡No te digo!